Hector De Anda
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Un corte en la trayectoria artística de Héctor de Anda

Por: Carlos Blas Galindo

“Sin duda alguna, la vertiente más conocida de la obra de Héctor de Anda es aquella para la cual ha realizado apropiaciones de elementos procedentes de anuncios publicitarios urbanos (sobre todo de los exteriores de grandes formatos, pero no solamente de éstos), para resemantizarlos. En efecto, De Anda es el artista mexicano que de manera más contundente se adscribe a la vertiente del media art: esa derivación conceptualista setentera del arte pop que implicó una crítica al pop mismo, y que se caracterizó por las referencias que sus cultivadores hicieron de la prensa impresa, la televisión, los empaques de mercancías, así como los carteles y desde luego los anuncios publicitarios de dimensiones mayores que las de la escala humana.

Toda vez que el pop, luego de haber sido un ismo neo vanguardista devino en una tendencia permanente del arte contemporáneo, el cuestionamiento al pop que este autor propone a finales de la década de los 90 del siglo pasado, resulta del todo pertinente.

De aquella misma época proviene asimismo el interés del artista por la tipografía, si bien desde el comienzo de aquel decenio ya incorporaba textos a sus pinturas, aun cuando aquellos derivaban de la acción de escribir a mano. La consolidación de los mencionados componentes en la obra de De Anda hasta trocarse en elementos recurrentes de su léxico, es algo que acontece de manera simultánea al cambio de siglo.

Fue entonces que su quehacer pictórico devino en conceptual y que este autor se preguntó en sus telas -y nos cuestionó a los destinatarios de sus obras- acerca de la existencia o no de límites o funciones pre-establecidas para la pintura o para el arte mismo. También coinciden con el cambio de centuria y de milenio el enfoque de asuntos tales como las mutaciones que el paso del tiempo y la intemperie generan en los materiales, como el carácter efímero que tienen las obras artísticas (y todo lo demás), o bien como el interés por la preservación y mejoramiento del patrimonio planetario natural, temas relacionados con la temporalidad y este último con una necesaria toma de conciencia como artista-ciudadano.

 

La obra de Héctor de Anda se caracteriza asimismo, desde los primeros años del presente siglo, tanto por el uso de retículas ortogonales como bases compositivas como por el carácter fragmentario de sus soluciones formales (en cuanto a esto último cabe recordar que la primera y la más enfática ruptura de la historia del arte en pro de un modo fragmentario de representar la realidad lo constituyó la perspectiva renacentista con un punto de fuga).

Este autor no fragmenta las imágenes que elabora, sino que enfatiza el carácter discontinuo y de realidades simultáneas que son inherentes a la realidad llamada tangible. Y alude, a la vez, a la percepción humana que no nos es dado que sea totalizante, así como a la compartimentación de nuestros recuerdos.

En la trayectoria artística de De Anda -iniciada en 1980 y abrazada por él en 2001 como actividad preeminente en su vida- se descubre un devenir, más que una sucesión de hechos (un poco a la manera como Merleau-Ponty caracteriza la actividad creadora). Y por su carácter de arte expandido, próximo a la colectividad, diverso, abierto, heterogeneizante, solidario, alejado del artecentrismo, incluyente y artivista (otra referencia merleaupontiana: la de un arte mediador entre naturaleza y cultura), así como por la posición de este artista de vulnerar esa subalternidad que tantos asumen como algo fatal, su obra, hoy en día, ya preludia el tan necesario y urgente arte por venir